El sentido de Punta Llerga

Hoy llueve, y es como algo mágico que en nuestras vidas apenas si se ofreciera unas cuantas veces. Llueve sobre una primavera que no ha despertado, que le costara arrancar su sinfonía vigorosa. Las cunetas y baldíos, donde se refugian nuestras flores, están apagados esta temporada por la falta de lluvia y el recuerdo se proyecta hacía otros verdes.


El macizo calcáreo del Cotiella, que roza los tres mil metros de altitud, se encuentra en el Pirineo aragonés, es un lugar seco para la cordillera, y exuberante para el que desde el sur sube en agosto a esas montañas. Hay una pista que parte del pueblo de Saravillo, que llega, en unos 11 kilómetros al refugio Labasar y que a mitad de camino se bifurca a la derecha en otra pista que sube al refugio Santa Isabel, desde aquí, por senda no siempre clara se llega a Punta Llerga.


La mañana que subo, el 8 de agosto de 2011, dejo el coche al poco de pasar Saravillo (a 990 m.). Primero disfruto de los pastizales que se abren entre el bosque de pino royo (Pinus sylvestris), pinar que se hace más denso conforme ganamos altura. A unos 1.300 metros a la derecha sale el ramal de la pista que nos lleva al refugio de Santa Isabel (1.542 m.). Es desde aquí cuando a estas alturas me maravilla la flora y también el panorama.


La senda, entre un crecido piornal, se dirige dirección oeste hacia el farallón de El Cantón, pendida de la pared caliza hay una mata de Bupleurum angolosum, descubro un tilo (Tila platyphyllos) con sus frutos, más adelante, en los canchales de la canal Litera descubro la enorme campanilla Campanula speciosa y un extraordinario jopo, Orobanche haenseleri. ¡Entre el pedregal estas mágníficas flores, que no había visto nunca! Ya merecía el esfuerzo de estar allí. Asciendo entre algunos pinos negros y bojes y lapiaz, con hitos aquí y allá, hasta alcanzar una pleta o nava, en cuyo centro está la charca El Basón (2.124), que encuentro seca, en sus bordes fotografío el minúsculo arbusto Daphne cneorum, Erigeron alpinus y Gentianella campestris. Ya es todo pasto y ondulaciones hasta llegar, en dirección oeste, y en unos treinta minutos, al vértice geodésico de Punta Llerga, a 2.269 m.

Entre la apretada yerba, Galium pyrenaicum, Hieracium pilosilla, Merendera montana, Campanula scheuchzeri, Crepis albida y las apreciadas forrajeras Coronilla minima subsp. minima, Trifolium repens y Ononis cristata. Descanso, como queso, aprecio el paisaje, en la vertical está el congosto de las Devotas y el embalse de Laspuña, al este el pico del Cotiella. Y desciendo contento y convencido de que la vida plena no solo es la humana y el resto meros seres para estudiar. Hay una fuerza y sentido básico en todas estas plantas, es la vida la que sencillamente medra a estas alturas.

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