‘Salvaje’, de Cheryl Strayed


El SMP, Sendero del Macizo del Pacífico, tiene medio metro de ancho y 4.285 kilómetros de largo. Recorre los estados de California, Oregón y Washington, comenzó a idearse a principios del XX y fue declarado sendero paisajístico en 1968, año de nacimiento de Cheryl Strayed. Aunque no fue un sendero total, de México a Canadá, una línea ininterrumpida montañosa hasta los años 80 del siglo XX, un sendero de altura, cresteando en muchas ocasiones, pasando cerca de las grandes elevaciones de la Sierra Nevada americana o la Cadena de las Cascadas, que tienen numerosas cotas superiores a los 3.000 metros y algunas de más de 4.000 metros. Un terreno vasto, desértico al principio, nevado, rosoco y boscoso después, y siempre tan solitario como enorme.
Con 26 años Cheryl comienza a recorrerlo, como un purgante para su vida. “Había sido muchas cosas. Afectuosa esposa y adúltera. Amada hija que pasaba ahora las vacaciones sola. Ambiciosa alumna aventajada y aspirante a escritora…”; y además, sufrir la fulminante enfermedad y muerte de su madre. A pesar de Monstruo, una mochila enorme y pesada que tiene que cargar enfundada en unas botas que le están pequeñas, a pesar del cansancio y el dolor de pies, Cheryl recorre buena parte del sendero, desde Mojave hasta Puente de los Dioses. Le lleva tres meses, termina a mediados de septiembre. A pesar de hacerlo en verano, hay partes que están cubiertas por la nieve, hace algún rodeo, describe algunos senderistas compañeros de fatigas: Greg, Tom, Albert y Matt, el malogrado Doug o los Tres Jóvenes Machotes. Pero el camino lo hace sola, porque “la soledad siempre me había parecido un lugar real, como si no fuera un estado, sino más bien un espacio a donde podía retirarme para ser quien de verdad era”. Se encuentra con pocas personas, con algún alce, un oso, coyotes.

“Me encantaba abstraerme en el ritmo de mis pasos y el golpeteo de mi bastón de esquí en el sendero, en el silencio y las canciones y las frases en mi cabeza”. La recompensa al final del día era la lectura, pasan Faulkner, Flammery O’Connor, Nabokov, Joyce y Coetzee. Y está la formidable naturaleza. “El bosque era mágico: gótico en su grandiosidad verde”. Recorrer 1.700 kilómetros, “caminar durante kilómetros sin más razón que ser testigo de la acumulación de árboles y praderas, montes y desiertos, torrentes y rocas, ríos y hierba, amaneceres y puestas de sol. Era una experiencia poderosa y fundamental”. Es ‘Salvaje’, directo, vital ¿un libro beat? Es el viaje de Cheryl Strayed.

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