Las hadas de las flores
Se dude de lo que se dude, de lo que nunca se duda es de los duendes,
pues, como decía el hombre del indio mohawk en el brazo, “son lógicos”.
W.B. Yeats
La fina llovizna se agrupa en
gotas más gruesas que resbalan por las agujas de los pinos carrascos de la
sierra de Rute, caen y hacen sonar las hojas del cuaderno. Así, casi olvidadas,
aparecen en la ladera las hadas, primero una, hermosa, cargada de grandes
flores, la mayor de las orquídeas ibéricas, la Barlia robertiana, y junto
a ella otras hermanas.
(19 de abril) Me saluda un día gris y frío. Más
gris y frío aun, después de una semana algo calurosa para abril. Diminutas
gotitas golpean mi cara proyectadas por el viento. A mis pies las calizas de Zuheros.
Las nubes son las grandes transformadoras del
paisaje y hoy vengo a buscar hadas. De las entrañas de los lirios de invierno,
brota ahora una glauca cápsula dividida en tres gajos, en los que la planta
cocina pacientemente las rojas semillas. Desciendo por el arroyo de la fuente
de ‘la zarzaílla’, cuando se encajona, comienzan a aparecer arces (Acer monspessulanum). De
repente, discreta, pero lujuriosa, vestida de púrpuras sus flores, aparecen un
par de orquídeas de dama, Orchis purpurea.
Como todas las orquídeas, son
hadas seductoras de abejas y botánicos, con sus extraños olores a animal, sus
hojas brillantes y suculentas y sus flores hechizadoras. En el profundo bosque
de encinas, oscuro en este día gris, destaca vestida de hada blanca, una
Cephalanthera longifolia. Es el tiempo el que me ha puesto aquí, escribir es la
mitad de la excursión y la verdadera historia.
Muy bonito texto para explicar tus sentimientos del día, al final existen las hadas y los duendes. Me encanta
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