'En tierra de Dioniso', de María Belmonte

Los libros me acompañan por las excursiones de la Subbética.

Cuando María Belmonte viaja a Grecia, no olvida dedicar páginas a viejos árboles y montañas o sentir el mar. Así que, en su último libro 'En tierra de Dioniso', editado por Acantilado, el paisaje natural tiene una presencia tan contundente como los tesoros arqueológicos que lo salpican y la historia que perdura. En sus “vagabundeos por el norte de Grecia”, María Belmonte admira a Aristóteles y visita Estagira, donde nació el filósofo: “Me sorprendió agradablemente que se pudiera acceder sin más... no hay que pagar entrada, no te venden folletos ni se ofrecen a darte miles de explicaciones”.

La belleza de las ruinas, esa decadencia que habla de un pasado, nos habla de la gran lección de humildad que a todos nos da el tiempo, y cómo todo se va integrando en la naturaleza, disparando nuestra imaginación. Cita a Séneca: “Todo lo consume el tiempo voraz, todo lo arrebata”. Conoce Belmonte la historia de este territorio y también su paisaje. No es un aluvión de nombres y datos. La historia de Grecia fluye de forma amena y personal, en una parte de la Grecia montañosa, boscosa, poco turística y lluviosa, donde habitaron personajes como Filipo y su hijo Alejandro Magno. Esa es la Macedonia situada al pie del laberinto de los Balcanes.

Del libro saldrán futuras lecturas, porque son muchas las referencias literarias. Pela, Díon, Vergina o el Monte Athos aparecen retratadas bajo las nubes y las nieblas, como en una película de Theo Angelópoulos, cineasta al que dedica también su espacio. “El buen viajero crea el país por el que viaja” (Nikos Kazantzakis). Creo que los lectores hacen también los libros que leen, y cada uno se recrea en las capas que cada buena obra ofrece en sus páginas. Así, María Belmonte en un olivar encuentra “una flor de azafrán realmente bella, pequeña y perfecta brillando a la luz de la tarde, única y solitaria... Hay un momento en cada viaje en que te dices: -Para esto he venido, y para nada más-. Puede que sea tan insignificante como el encuentro con una flor del azafrán, sin embargo nunca lo olvidarás”.

En tierra de Dioniso, de María Belmonte, en la dehesa de Vichira.


 

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