Las flores de la Ramonda myconi

Ramonda myconi, 16 de agosto 2018, La Barrosa


Es la botánica una ciencia silenciosa y extremadamente bella. El botánico, una persona silenciosa, pero extremadamente paciente. Paciencia y belleza botánica expuesta ante mí, que no soy botánico, ni se da ínfulas de ello. Caminante, observador de plantas e intrigado por sus nombres, especialmente los latinos, sería más correcto. Naturalista, que engloba a todos los amantes de la naturaleza, también podría valer.
Rosa pendulina el 16 de agosto 2018


Bueno, de la paciencia nos enseña la botánica de muchas formas. ¿De mil maneras? Pues sí. En mi caso a través de una de las especies más emblemáticas e interesantes del Pirineo, como es la Ramonda myconi. Como estamos hechos de mitos, las florecillas raras de montaña entran en mi paraíso o valhalla, pero en vez de valquirias hay plantas alpinas, y la cerveza no corre dentro de grandes cuernos sino en la lata de la mochila. Aunque en estos paisajes lo que verdaderamente bebo es de sus frías fuentes y del silencio.

Uno viene a estos sitios salvajes a practicar la despreocupación, a través de la atención plena en la botánica. Lo podéis comprobar si viajáis al circo glaciar de La Barrosa. Solo hay que prestar atención a los mil colores diminutos que incluso en agosto salpican pastos y rocas. 
Sarrio amamantando en un nevero del circo de La Barrosa.


Volvamos a la paciencia vegetal. Un año pasa de floración a floración, y por más que uno busque el máximo esplendor de las especies, no siempre coincide con este periodo. Es lo que me pasa con la oreja de oso, orella d’onso, un fósil viviente. Pertenece a una familia, las Gesneriáceas, de plantas típicas de latitudes tropicales, y habla de un clima muy diferente en los Pirineos durante el Cenozoico, hace 20 a 30 millones de años cuando comenzaron a elevarse estas portentosas montañas. Hay otras Ramonda en los Balcanes, todas emparentadas con el género Saintpaulia de las montañas del África tropical. Las Ramonda han conseguido adaptarse a la sequía, plegando sus hojas y desecándose, para luego revivir con las lluvias, algo poco frecuente entre las plantas vasculares.
Alicia, Miguel, hierba, vacas y montañas em La Barrosa.


Visito el Pirineo en el mes de agosto, así que normalmente ha concluido la floración de la oreja de oso. Solo algunas plantas retrasadas y en lugares propicios aun tienen flores. Vi hace ocho años una flor de Ramonda en el Valle de Añisclo y ahora, este agosto la sorpresa me deparaba en las paredes rocosas de La Barrosa. Un ramillete florido, aunque inaccesible me permitió fotografiarlo y disfrutarlo, justo cuando se acercaba la tormenta. Estaba junto a un gran nevero, atravesado por un torrente que había formado una cueva de nieve, a algo más de 1.700 metros de altitud.
La oreja de oso se mostraba en una alta hornacina en la grieta de la roca, como una diosa de pétalos rosados. La lluvia ya había mojado las piedras y solo me dejaba estar a unos tres metros más abajo.
A resguardo de la tormenta en el refugio a 1.745 metros.
En ese refugio rocoso también florecía Rosa pendulina, Saxifraga paniculata, Valeriana montana, Menocopsis cambrica y Doronicum grandiflorum. Estas paredes quedaron en ese momento sombrías y un fuerte trueno sonó encima de nuestras cabezas, en las crestas de 3.000 metros de los picos del Robiñera y La Munia. Alicia, Miguel y yo recogimos y nos encaminamos al pequeño refugio de la Barrosa a un kilómetro de distancia. Allí, junto a una pareja de montañeros, nos guarecimos de la tronada y de la lluvia. En los riscos del fondo quedó la Ramonda myconi, Ramonda por el político y botánico francés Ramond de Carbonnières y Myconi por el botánico español Francisco Micó.
Mientras esperábamos para bajar escribí: Mágicos estos momentos oyendo llover a salvo en el refugio no guardado de La Barrosa. Silencio: las gotas golpeando el interior metálico de la chimenea del refugio, a 1.745 metros. La pareja de franceses que está con nosotros se dispone a pasar la noche, coteja mapas y extiende los sacos de dormir.
 Todo esto que escribo es una invitación a visitar el Pirineo. Pero eso sí, en silencio.
Fondo del circo de La Barrosa este 16 de agosto de 2018.



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