Inmensidades de la Sierra Sur de Jaén

Grandes pináculos calizos en el cañón de Pitillos.

Desde el puerto de las Coberteras, a más de 1.200 metros, se abre un panorama deseable. Pistas más o menos solitarias y bosques espesos de pinos, encinas, enebros y quejigos. También hay arces de Montpellier y mostajos.
Quejigo del Carbón o del amo, declarado 
monumento natural.

 Una gran cuenca, la del río Valdearazo, rodeada de montañas calizas. Este es el panorama desde el puerto de las Coberteras, con las cumbres de Ventisqueros y la Pandera a 1.870 metros. No hay pueblos a la vista, una vez dejada atrás la serrana Valdepeñas de Jaén. Solo se ven algunos cortijos y la aldehuela de Castañeda. No es un paisaje salvaje, todo lo contrario, pequeños olivares salpican estos bosques, el embalse de Quiebrajano hundido en el valle, los pasos canadienses para la ganadería. Es un gran lugar, a base de esfuerzo, de presencia humana estación tras estación. No sé cuánto esfuerzo moldeando el lugar, no conozco la historia del lugar. Esa historia posiblemente callada u olvidada, entre las formaciones rocosas, entre los quejigos de los que se extraía carbón vegetal, entre los paredones de los cortijos ya caídos.

Formaciones en las
 colas del embalse de 
Quiebrajano.
Todo andado y nombrado: Parrizoso, Nogueral, Cerro Pitillos, Peña del Palo. En enero, con los charcos congelados pasé por esos caminos con mi galga, mi fiel bicicleta. Primero en bajada, para al poco, justo en el cruce de Pitillos subir por la pista hasta llegar al solemne Quejigo del Amo o del Carbón. Un viejo roble andaluz de enorme tronco, y ramas mucho más jóvenes, porque durante décadas o siglos, su madera fue podada para hacer picón.

Volvemos al siguiente fin de semana. Una caminata con los amigos, y esta vez nos guía una valdepeñera. Nos encontramos con estos magníficos lugares, vamos al escondido cañón de Pitillos. Un paraje en la cola del embalse, donde las rocas han sufrido el encantamiento de la erosión para convertirse en piezas de ajedrez gigantes. Formaciones que nos empequeñecen y abstraen. Mirar es imaginar.
La Pandera, a 1870 metros de altitud.

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