Carreteras abandonadas
¿Cuántas veces la intemperie es
recomendable? Muchas. A ser posible días así y en carreteras abandonadas. Esas
por las que no pasa casi nadie, porque hay un nuevo trazado cerca. De repente
esas viejas carreteras con el asfalto maltrecho empiezan a llenarse de belleza.
La vegetación es la primera en detectar la repentina tranquilidad. Cuando el
tráfico no ensucia trepidante cada curva, podando aquellas ramas que se atreven
a cruzar sin mirar.
Los viejos quejigos han vuelto a
estirarse. Vuelve a escucharse el lejano cuco. Nadie ha pasado en todo este
tiempo. La lluvia de esta mañana ha lustrado la vegetación. El asfalto
descarnado deja ver el empedrado de la antigua carretera de los cortijos de
Valdecañas y Santa Rita. En los días grises,
las hojas nuevas nacidas de las profundidades de la madera hacen
seductor al paisaje. Esos verdes frescos, lima de los fresnos, verdes claros en
las hojas nuevas de los almeces, verdes oliva.
Los baches y las grietas se van
llenando de verde hierba. La tarea del bosque es ahora dar una belleza
trascendental a una simple carretera. El bosque es siempre presente, solo así
es sublime. Y el que transite por esta vieja carretera debe saberlo.
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