'K2 enterrados en el cielo’, de Amanda Padoan y Peter Zuckerman

 
La catástrofe se ha desatado en la cima del K2. El frío, el miedo a la inhóspita zona de la muerte y las avalanchas borran el nombre de los escaladores, que van dejando un rosario de vidas congeladas.

Punta Fuesa 2.866 metros.
Pirineo de Huesca.
Es la historia contada en ‘K2 enterrados en el cielo’ de Amanda Padoan y Peter Zuckerman, publicado por Capitan Swing con traducción de Ricardo Gardía Pérez. Extenuados, con movimientos y pensamientos torpes se enfrentan a la muerte que ven llegar en la pendiente de cristal del K2. La codicia de las cumbres, la existencia al límite, una manera de vivir para unos cuantos escaladores. Para los trabajadores o porteadores de altura, los sherpas y los shimshalies es un trabajo que proporciona dinero abundante, ante una probabilidad de morir razonable.

Pirineo francés, Valle d'Aure, agosto 2018.
Alguien pierde un crampón y resbala. Tropiezas con una cuerda y caes. El agotamiento vence. Los sherpas Pasang Lama y  Chhiring Dorje son héroes ayudan a que algunos escaladores se pierdan en el cuello de botella a 8.200 metros de altitud. En Pakistán hay otra región de escaladores de altura, los shimshalies, y de ellos allí se quedan ‘enterrados en el cielo’ Karim Meheban y Jehan Baig. Ese 2008, agosto, murieron 11 personas. Cas, el corredor de seguros francés, resbala en las proximidades del cuello de botella. Karim se dirigió mortalmente a la zona de seracs junto a dos coreanos de la expedición Flying Jump. Rolf es sepultado por seracs, es su viaje de novios junto a su mujer, la escaladora Cecilie.

Este no es un libro donde la naturaleza peligrosa de la alta montaña se cobra el pago frecuente de las diminutas vidas de los montañeros. Esto es un atestado periodístico de los graves sucesos de aquella temporada de escalada en el K2. Los aficionados a la literatura de montaña encontrarán una historia contrastada y documentada. 
Zona alta de Pietramula y Valle Real, verano 2018.



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