La dificultad de los helechos


Bosque de Faedo, ruta de los molinos, el 6 de agosto de 2018.
 Aunque es una playa pedregosa, cuando el mar se retira, deja una franja de arena fina y recién planchada. Es la playa de La Concha, en Artedo. Hemos llegado a la hora de comer, después de un paseo por los senderos de los molinos, en el bosque de Faedo. Bajo un dosel verde y con el arroyo siempre cerca.
Playa de La Concha, de Artedo, Asturias, agosto pasado.

Los helechos me llaman la atención, grandes, vigorosos, brillantes, acariciándonos al paso con sus grandes frondas. No me son familiares, aquí en el sur no abundan. Hoy, en junio, recuerdo el paseo de agosto del año pasado. Ayudado por una lupa intento determinar a qué especies pertenecen. Guardé en un libro algunos trozos de su hojas: Blechnum spicant, Lastrea limbosperma, Athyrium filix-femina. Toda una tarde consultando libros de botáncia y sus difíciles y técnicas descripciones, que acaban por meterte en un mundo de detalles, bordes y formas.
Lastrea limbosperm, en el bosque de Faedo.

Para refrescamos bajamos los montes, sin dejar el bosque hasta la misma playa. Escuchar el oleaje perpetuo, las charlas de los bañistas, el trasiego de capazos con comida y toallas. Josep María Esquirol habla de la bondad para cambiar la especie humana, leo sus escritos...

Al borde del mar mientras llovizna,
la brisa marina fresca y húmeda.
Una bendición del horizonte.
Es un día gris piedra, gris agua, nube gris.
Olores de humedad que en los rincones
se mezclan con el verdín y la orina.
Reverdecen los acantilados
hasta la espuma de las olas.
Dormitando me sumerjo en sueños,
sintiendo la vida dentro,
sintiendo la vida fuera,
y el salitre en los labios.
Athyrium filix-femina, helecho hembra, bosque de Faedo, 6 de agosto 2018.

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