En manos de lo muy pequeño


Los virus son las formas biológicas más pequeñas que existe. De hecho rozan la vivo de lo inerte, no podrían ser más diminutos y gozar de la perpetuación de la especie. Nos recuerdan que la vida surge de las permutaciones de lo inorgánico. Son solo unos pocos genes y una carga de proteínas. Si la punta de una aguja mide un tercio de milímetro, comparada con el virus sería como comparar la extensión de un campo de fútbol con un balón. Si en vez de aire hincháramos el balón con arroz, en él cabrían diez mil granos. Un virus son alrededor de 10.000 átomos.
Estos días nuestro mundo está en manos de lo muy pequeño. “Los virus no están vivos” escribe Bill Bryson en su 'Breve historia de casi todo'. Cuando están aislados están apagados, así pueden estar mucho tiempo, algunos virus décadas o siglos. Pero si entran en contacto con una célula viva se reactivan, son parásitos absolutos que utilizan la maquinaria de las células para reproducirse fanáticamente. Como cualquier otra especie.
Son esencias de la vida, lo más simple. Llevan miles de millones de años existiendo. A pesar de su pequeñez, los virus y otros microbios suponen el 80 por ciento de la biomasa del planeta. Ahora una mutación del covid-19 ha arrodillado a las sociedades humanas modernas. Como parásitos no pretenden aniquilarnos, porque sería también su fin. Como otras pandemias si no la controlamos simplemente desaparecerán en el misterio de la vida y de la evolución. Pero dejando muchas víctimas, ojalá que no. Si queremos prevenir y comprender algo debemos recurrir a la ciencia y sus dictámenes o estaremos desorientados y caeremos en la desesperación, lo dijo Ortega y Gasset.


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