La respuesta del viento
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Abandonando el pueblo por el camino de la Torca. Las cunetas se van secando. |
Busco en este viento algo
en lo que no pensar. A ver si disuelto en el aire viajara alguna
sustancia medicinal. Algo así como un perfume redentor de estos días
aciagos. En el paisaje abierto lo busco, lo anhelan mis pulmones, mis
vísceras.
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Buscando paisajes. |
Menos por el oeste, altos
cerros de olivares acotan este valle. El viento ha despejado el
ambiente y parece que todo esté a la mano. Pero no, algo falta, esa
molécula que atenúe con su susurro la intranquilidad. Puede que la
respuesta esté en el mismo viento, como en la canción. Ese viento
que ha dejado todas las cosas cerca, lo triste de los días y la
maravilla al mismo tiempo. Y así, viajando en esta brisa va el
mensaje donde nosotros elegimos si esa fuerza invisible del aire
agita o mece, atenaza o acaricia. Si nos dispersa o nos concentra.
El viento ha despejado
este valle entero para que lo veamos anodino o entretenido. Y cuando
creía que nada flotaba en el viento, su propia persistencia dio con
su esencia que no es otra que decirnos con su murmullo constante que
la angustia se desliza por todas partes, las mismas, si estamos
atentos, en las que reviven alegres los reclamos del verdecillo, los
fogonazos de la mariposa y el oleaje del ramón de los olivos. Estoy
a cuatro kilómetros de casa y vuelvo silbando, sacando por el
agujero de mis labios el aire de los pulmones.
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Cardos madurando sus semillas este 7 de junio. |
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