Las piedras

Dolmen de Tella, Pirineo de Huesca, agosto 2020.
 

“Concebir un dios es un juego de niños en comparación con la dificultad de penetrar con el pensamiento en, digamos, una piedra. El verdadero misterio no es Dios, sino la piedra. Podemos entender muy bien a Dios como un principio espiritual, como un ser espiritual. Tiene una forma de ser como la nuestra. El caso de la piedra es diferente”. Rüdiger Safranski en su libro 'Romanticismo'.

Las piedras no son solo una utilidad arrojadiza o constructiva para el ser humano. Las piedras forman por sí mismas el soporte de nuestro mundo. De nuestros caminos son su base duradera y aguantan los océanos y en las montañas se elevan sobre nosotros y sobre nuestra existencia. Las piedras nos empequeñecen, son eternas ante nuestros ojos.

Unas simples piedras ordenadas forman el paisaje. Ante el territorio sobrecogedor de las montañas, el orden llega cuando levantamos un modesto dolmen que señala un enterramiento y que marca una cultura, la humana. Las piedras son útiles. Como escribe Safranski, es imposible penetrar en la piedra con el pensamiento, solo nos queda aceptar que es un ser puro. Las levantamos y cobran significado, las estudiamos y obtenemos información, pero no nos sentimos seguros en este mundo interpretado ante la contundencia de las piedras. Porque “más allá del lenguaje y del pensamiento está el misterio impenetrable”. El romanticismo de las piedras.

Lago superior de La Munia, agosto 2020.


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