Plantas de las cumbres del Pirineo

Preparado para disfrutar de la flora alpina.

El año pasado, el último día de vacaciones, cuando emprendíamos el regreso, paramos un momento en Aínsa. Antes de distanciarme del Pirineo por muchos kilómetros, compré en La General el libro 'Plantas de las cumbres del Pirineo'. Sus autores, grandes botánicos, han conseguido con sus textos y láminas atrapar las alturas de estas montañas, con sus prados alpinos, sus ventisqueros, torrentes y las escondidas grietas de sus rocas, allí donde estas flores y plantas, ahora en este agosto, se ofrecen a los polinizadores que se atreven por las alturas y sus livianos aires.


El magnífico volumen (587 pp.), con sus vastos contenidos y abundantes fotografías, lo convierten en un libro de referencia, cargado de datos y de una introducción que nos convierte en mejores naturalistas por encima de los 2.300 metros de altitud, ámbito de esta obra que aborda en detalle las 630 plantas que crecen en estas alturas y hasta los 3.404 metros del Aneto, que suman unos pocos kilómetros cuadrados de región alpina. Notable edición de Prames, elaborada por seis botánicos, Daniel Gómez García, Manuel Bernal Gálvez, Antonio Campos González, José Ramón López Retamero, Víctor Ezquerra Rivas (https://www.instagram.com/el_rincon_pirenaico/?hl=es) y José Vicente Ferrández Pacios (https://jvferrandez.blogspot.com/) que es además autor de más de 700 dibujos a plumilla que ayudan a la identificación.

Sabes que llegar a esas alturas es cosa de largas caminatas, que se ven recompensadas para el observador minucioso por la riqueza de la pequeña vida que abre de par en par sus pétalos o en el caso de las gramíneas y ciperáceas o los helechos muestran la belleza de sus estructuras vegetales. Al dirigir la mirada a los grandes espacios de estas montañas, aun moteados por los últimos neveros en agosto y algún glaciar relicto, sabes que también a tus pies se encuentra la gran montaña.  

 

Flores a tres mil metros


A partir del paso del gato, en la subida a La Munia, L'Almunia (3.134 m.), uno entra en un cresterío alpino punteado de flores en el mes de agosto. Un constelación de especies típicas de las alturas. Es una cresta caliza, enrevesada y expuesta, pero factible sin cuerdas. Un kilómetro de afilado fin de la montaña que nos lleva a la cumbre, un territorio que es muga entre España y Francia.

Marimar y yo subimos a la cumbre el 7 de agosto de 2020, habíamos pasado la noche en las proximidades de los lagos, donde se quedaron nuestros hijos, Alicia y Miguel. Durante los últimos meses he revivido varias veces la excursión gracias a las fotografías de aquel día. Tardes entretenido encontrando los nombre de las plantas allí fotografiadas. De esto hace un año.







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