En esta tosca escalinata espléndida


 

En esta tosca escalinata espléndida que baja al manantial mermado de la fuente de La Chilanca. Con la gran encina protectora del lugar, y a sus pies el manantial. Leyendo al filósofo Paul B. Preciado, para quien todas las estatuas deben caer, por ser eco de un poder caduco, una semiótica que oculta abusos políticos, militares y eclesiásticos. Pero aquí las estatuas y sus significados quedan lejos, seguro que antes que las estatuas, las piedras dieron belleza a las fuentes y manantiales. Marcaron el tesoro del agua, donde cerca se imponen hoy el canto potente del ruiseñor y está el posadero avizor del alcaudón.

Y están las flores de los primeros días de mayo, que bien parecen este año las últimas flores, que aun hablan de salvación ante la sequía. La fuente de La Chilanca, un placer tan bello como griego. No sé, me parece un oráculo, un ombligo del mundo que se perdió hace unas décadas, donde venir a consultar a los dioses de la antigua Roma o Grecia, silvano o pan, o al mistérico dionisio. Termino aquí el feroz Dysphoria mundi, de Preciado. Su discurso contra lo establecido, lo rancio, lo maloliente y su defensa de los seres vivos sin etiquetas.

“Nosotros somos las grietas de los polos, el Amazonas desforestado. Somos el fuego que criece en los campos de California o de Galicia. Somos el desierto que avanza en Madagascar. Somos el agujero de la capa de ozono”. Todos lo somos, “porque somos parte del problema que queremos resolver”, reflexiona Paul B. Preciado. Ahora que tengo estas piedras calizas necesito Grecia, me espera 'El coloso de Marusi', de Henry Miller. Porque esa luz de Grecia es luz mítica en la fuente de La Chilanca.









Comentarios

Entradas populares