De la sencillez siempre emana algo poderoso. A primera vista no hay pretensiones más allá de ofrecer lo necesario, lo realmente básico. Y por ahí creo que comienza su grandeza. Un paseo bajo nubes preñadas de agua, qué mejor augurio para la tarde. Es solo un pequeñísimo trayecto por la única calle del Nacimiento de Zambra, con toda su sencilla belleza, esa belleza que encuentro auténtica y que está repartida por los rincones de las innumerables aldeas de la Subbética cordobesa.

Para Epicteto, “no son las cosas lo que afecta a los hombres, sino la opinión sobre ellas”

 






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