La reserva de la montaña
La montaña como una reserva para los momentos adversos. La idea me la da la investigadora Samantha Walton cuando escribe sobre el poeta Taylor Coleridge, uno de los poetas románticos ingleses, “unos héroes de largas piernas que saltaban vallas o escalaban hasta la pura roca”.
Coleridge, aquejado de artritis y depresión, tuvo que quedarse en una cabaña mientras su amigos Dorothy y William Wordsworth hacían una excursión por las colinas. Él escribe un poema contra la injusticia de perderse la belleza de aquellas cumbres. “Era una idea fija de Coleridge y Worddsworth: la necesidad de almacenar experiencias y recuerdos sustraídos de la belleza natural para más tarde”, para los tiempos malos poder servirse de esos lugares que amaban. Es una buena lección atesorar vivencias y bellezas del paisaje para tener un reserva en los días aciagos.
Así, estas fotos y el recuerdo de la subida al pico Tiñosa el primer día de otoño vienen a mí como un soplo medicinal que me cura la piel, sus altas hierbas amarillas y las nubes girando en los picos de la Horconera. También busco algunos de los versos del poeta inglés.
¿Tienes algún conjuro que detenga al lucero
en su abrupta subida? En tanto que parece
hacer una pausa tu calva y terrible cabeza,
soberano Mont Blanc, el Arve y Arveiron
deliran sin cesar en tu base: mas tú,
¡Oh Forma aterradora! levantas a lo lejos
tu silencioso mar de pinos, ¡qué callado!
'Himno antes del amanecer, en el valle de Chamonix', de Coleridge.
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