Crónicas del Pirineo




Como todos los agostos, y ya van 13 años, las vacaciones o parte de ellas, las paso en los Pirineos. Temperaturas más soportables, y alguna que otra lluvia o tormenta, refrescan el ambiente y te permiten hacer senderismo por estas impresiones montañas. En pleno agosto es fácil encontrar flores, especialmente cuanto más alto subas. Arriba puedes encontrarte pequeños prados sembrados de gencianas, ásteres, lirios o campanillas. En el fondo de los valles es muy agradable pasear por sus frondosos bosques con las bellísimas hayas, el pino royo, abetos, arces, serbales, abedules, avellanos, tilos, robles y así decenas de especies más, o centenares si sumamos los arbustos. Un paraíso para el amante de la naturaleza.
Días para disfrutar con la familia, en estos paseos, en las pozas (gorgas) de aguas transparentes, la vida del cámping. Tranquilidad, paisajes y también lecturas, porque en los últimos años se han multiplicado las publicaciones sobre estas montañas, su naturaleza, sus pueblos o sus mitos y leyendas; también publicaciones periódicas como las revistas El mundo de los Pirineos o la más veterana y francesa Pyrénées magazine. Libros y revistas maravillosamente ilustradas. Una tentación para el amante de estos territorios y sus librerías.

Hoy vuelvo al trabajo, con esas expectativas sombrías de la crisis, o en el mejor de los casos por el simple hecho de tener ante mí largos meses de obligaciones laborales. Pero no creáis que este panorama un tanto alienante me aleja de los Pirineos. Las hojas de sus árboles guardadas entre periódicos, los libros, las muchas fotos y los recuerdos me mantendrán unido a aquellas montañas, especialmente en estas semanas todavía demasiado secas y calurosas para salir al campo cercano agostado y pajizo.

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