Fieles a la piedra

Centaurea clementei, rara planta adaptada a la verticalidad de las paredes calcáreas de la Subbética. Este 27 de abril de 2019.
 
El espino majoleto* ha crecido en un sitio solitario. Por aquí no pasa nadie desde hace lustros. No hay nada que ver, no va camino de nada. Solo las cabras pastan en el difícil terreno, y en unos días subirán por la laboriosa cañada las abejas, desde las colmenas desde muy abajo.

Glandora nítida en flor y protegida
del ganado. Especie endémica.
La ladera empinada escurre mi cuerpo que a duras penas aguanta tendido. Tomo el sol, el primero que calienta mi cuerpo hasta agobiarlo. Mientras dormitaba, en las ramas del espino canta la curruca rabilarga. He escuchado también el zumbido del halcón cortando el aire. No pasa nadie. He pasado yo, un buscador de plantas raras.

En el cresterío, y protegidas del ganado por unas jaulas, crecen las escasas y únicas Glandora nitida, que ahora muestran sus flores de azul intenso. Unos arbustos localizados solo en las montañas calcáreas del país de la Subbética. Glandora nítida como yo, fiel a la piedra.

*A los pies del majuelo, una rama gruesa, seca y retorcida, deja el testimonio de que creció durante años una aulaga. ¿Fue la primera? No lo sé. Retorcida también crece la carrasquilla (Rhamnus alaternus subsp. Myrtifolia). Tímida, también una hiedra ha comenzado a trepar tronco arriba.

Difíciles cresteríos de las sierras Subbéticas este 27 de abril de 2019.



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