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Por Los Mulares. |
Escribo porque llueve. Y
las gotas me dicen que escriba. Salgo bajo la lluvia para sentir su
bendición. Esa que va acompañada de húmeda soledad y silencio.
Millones de gotas emborronan el paisaje y lo hacen todo aun más
íntimo. La lluvia es evocadora, todos lo sabemos.
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Entre las nieblas de noviembre.
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Salgo al encuentro del
mal tiempo, del barro, de los charcos. En un paseo escucho de Patti
Simith la versión que hace de After the gold rush. La melodía al
piano amplía la tranquilidad de la senda. 'Después de la fiebre del
oro' creo que seremos algo más felices, ahora a las diez todos en
casa a escuchar la lluvia en los tejados.
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Erguida aun la hierba seca del verano.
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Son los límites y sin
salir de los límites establecidos buscamos paisajes por descubrir.
Estar ahí afuera dedicándonos ese tiempo que es bello. Todo al
alcance de las botas. Son de agradecer estas nieblas y los grandes
nubarrones que ahora mismo se arraciman en las montañas formando una
colección de grises con todos los tonos de grises que dan su carga
de agua. Llueve.
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Nubes con los oscuros grises de su carga de agua.
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