Los abrigos de la Corcuela

Pinturas rupestres de las paredes calizas de La Corcuela.

Pintamos lo que tenemos en la cabeza. Y en los abrigos de la Corcuela, de Moclín, aquellas pintoras o pintores de hace 5.000 o 6.000 años pintaron cabras montesas y seres humanos. Ver esos tonos rojos en las paredes de caliza me transporta a un mundo de pensamientos complejos, tanto como los nuestros, pero que en este trozo de la montaña se reducen a una líneas de animales con potentes cornamentas y a los brazos y piernas abiertas, en aspa, de los humanos o unas escuetas líneas.

El tiempo no ha logrado en todos estos milenios borrar estas pinturas rupestres. Todo es simple, esos trazos, la concavidad de la pared y el curso del río Velillos cercano. Aquellos moradores ya no pueden explicarnos su significado, sus ritos o sus juegos en torno a las pinturas. Fue un lugar frecuentado por familias de cazadores o pastores, y las pinturas sencillas pero eternas quedan abiertas al misterio a la interpretación. Recorrer este entorno montañoso es también imaginar e interpretar y disfrutar, puede que sea esa la esencia de estas y otras pinturas.







 

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