'Una aventura griega', de María José Solano

Embalse de Iznájar este 8 de octubre.

Grecia puede resultar tan abrumadora, que en mi moderado interés por ella celebro textos agradables y llevaderos como el que firma María José Solano. La inmensidad profunda de la Grecia clásica y la actual, marcada a hierro por aquellos dorados siglos, han llenado bibliotecas enteras, y un volumen viajero como este se convierte en una fresca mirada y una forma de celebrar el viaje a Grecia.

En “Una aventura griega', editado en Debate, la autora sevillana sigue la figura romántica del escritor Patrick Leigh Fermor, una “seducción intelectual que a cada paso demuestro por un escritor muerto”. Sus largos años en Grecia, los de un viajero y héroe de la II Guerra Mundial, un explorador helenista, escritor y guionista que ha dejado una colección de libros y una vida en la que es fácil caer seducido. Solano, que se declara enamorada fermoriana, fetichista y viajera sentimental, va cargando en su mochila con volúmenes en griego de este escritor, mientras recorre Kardamili, Nauplia, Micenas o Atenas, saboreando copas de ouzo y retsina.

Termino el libro sentado en las piedras basales de una cruz de hierro, en esta fresca mañana que ha dejado la primera borrasca del otoño que ha empapado la tierra. De un agujerito, que parece hecho por el Bic con el que escribo, salen las primeras hormigas aladas, como si fueran ninfas de este monte. Junto a la cruz alguien ha dejado un folleto que está empapado, y que pide que recemos el rosario, ya puestos, yo leeré a Leigh Fermor.




 

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