Flores de otoño en el cerro Acebuchoso

Tres flores proclaman estos días que han vencido al verano. Que los calcinadores rayos no han penetrado lo suficiente en el terreno o en las grietas de las piedras, que cuatro meses sin lluvia, sin agua que percole hasta las raíces, no han acabado con las estrategias de Colchicum lusitanicum, Unginea maritima y Lapiedra martinezii. En el proceso vital de estas plantas, que tras el reseco estío se presentan en flor, está como elemento fundamental el bulbo, la base de sus reservas, lo que les permite mostrarse cuando ya no hay competencia de otras flores y aún quedan insectos polinizadores. Las hojas vendrán en primavera, para fabricar los azúcares que las mantengan durante el resto del año.


De tépalos rosados, el cólquico en el cerro del Acebuchoso (Lucena) aparece alfombrando toda la parte norte, más fresca y con suelos pedregosos pero profundos, bajo grandes acebuches, lentiscos y jazmines. En menor abundancia pero destacando en su larga espiga de flores blancas, crece aquí y allá la hierba albarrana. Si buscamos en los grandes peñones de la parte superior del cerro encontraremos brotando de las grietas a Lapiedra. Nombre en reconocimiento a la botánica gaditana María Josefa Martínez Lapiedra colaboradora del botánico M. Lagasca. Tres plantas termófilas, que en lo más duro de estos territorios hablan de vida.

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