Mesa de los Tres Reyes

Oleaje de montañas desde la cima de la Mesa de los Tres Reyes.


Unas chovas piquigualdas con sus vuelos acrobáticos me dan la bienvenida en la cima de la Mesa de los Tres Reyes (2.442 m). Se comportan confiadas, a pocas piedras de distancia, saben de mi incapacidad en  medio de estos abismos. Su voz penetrante les sirve en los días de nieblas, para guiarse juntas, en bandadas más o menos grandes, por las cimas de las montañas. Hoy el horizonte es infinito. Un cuervo grazna y se da la vuelta. País de córvidos. Mesa de los Tres Reyes y tres cuervos como tres señores de castillos calizos imponentes, jamás soñados en este liviano aire.
Fascinantes chovas, dueñas de los riscos.
Montaña agotadora, he llegado temblando, cima temblante. El pan con queso apenas si lo puedo tragar, el bocadillo me lo prepararon con aprecio y aceite de oliva, abajo en el refugio de Linza. Gracias. He tardado en llegar 3,45 horas. Miro hacia Francia y cerca está la cima del Anie, con excursionistas en su cumbre. Tras este pico, en la lejanía, se abre una llanura y al fondo muy al fondo observo tenue una ciudad. Hacia el este distinto perfectamente el Midi d'Osseau y creo cuáles son los Arrieles y el Balaitús. Me gusta estar en este mundo de gigantes, que hacen sentirme el más humilde de los devotos de las montañas. La cima tiene un buzón, un san Francisco Javier y una reproducción del castillo de Javier. Esa parafernalia que quiere santificar las cumbres.
Paisaje calcáreo del parque natural de los Pirineos Occidentales.
En la bajada empleo más tiempo, tardo 4,30 horas. Voy despacio, y me detengo a fotografiar las pequeñas flores alpinas que tanto admiro. Las más grandes y vistosas las reconozco de viejas excursiones: las aguileras, eléboros, geranios o armerias. Los pequeños dientes de león, las blanquitas de la familia de las collejas tendrán noches de invierno de dedicación, hasta saber qué especies son. Un paisaje lunar, blanco y quebrado en cuyas grietas o en minúsculos prados me encuentro con estas maravillas en flor, en el primer saludo al sol que hubo en la historia; y luego los pinos negros, como crestas negras de pétreos dinosaurios. Más abajo los pastos agostados y en todo el camino ni una fuente, ni un pequeño reguero de agua. Todo un 16 de agosto de 2016.


-Acinos alpinus
-Allium schoenoprasum
-Aquilegia pyrenaica
Senecio pyrenaicum entre las rocas antes de la cima.
-Armeria pubinervis
-Aster alpinus
-Campanula cochleariifolia
-Campanula scheuchzeri
-Dethawia splendens
-Erigeron uniflorus
-Erinus alpinus
-Galium pyrenaicum
-Gerenium cinereum
-Helleborus viridis
-Hieracium mixtum
-Hypericum nummularium
-Iris latifolia
-Leucanthemopsis alpina
-Myosotis alpestris
-Potentilla alchimilloides
-Saponaria caespitosa
-Senecio pyrenaicus
-Sideritis hyssopifolia
-Teucrium pyrenaicum
-Valeriana apula
Agujas de Ansabère y Pico Petrachema.


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