'La huida del tiempo', de Josep Pla

Fuente de La Mora, en Zuheros, buen lugar para la lectura.

En mis paseos de estos días, y los días mismos con sus noches, he venido leyendo a Josep Pla. Su libro 'La huida del tiempo', editado por Austral. Es una recopilación de medio centenar de artículos, donde la naturaleza y el mundo rural son los protagonistas. Desde año nuevo a fin de año, sus artículos se muestran sabrosos, no pocas comidas pasan por ellos, divertidos, socarrones y de gran agudeza natural, e incluso erudición astronómica. Porque en realidad el tiempo lo pone el Sol y la tierra traspasando los solsticios y equinoccios, marcando las cosechas, y estas el santoral y otras tradiciones religiosas.
Rutilante primavera en los campos de Zuheros.

Estamos en los años cuarenta del siglo pasado, donde ya era tiempo de reivindicar las cosas sencillas y cercanas. “En las alturas cuaresmales en que nos encontramos, vivir en el campo es retornar a las pequeñas y eternas delicias”, apunta el escritor viajero y periodista, que vuelve siempre a su país, al Ampurdán, para contemplar como “el viento pasa las horas, además, revolcándose en los sembrados, que ahora son pequeños, vivos, de una ingenua caligrafía”.


Muchos de los artículos llevan por título festividades religiosas. Miércoles de Ceniza, Corpus, Virgen de Agosto. Pero para nada destilan beatería, son en realidad las marcas que lleva un año, donde “uno coge el bastón y, con una brizna de tomillo en el labio, va deambulando por senderos estrechos, por caminos hondos, de carro”. Si hay una entrega literaria de Pla en este libro, es para los “montes de color de espliego y de tomillo”, para los almendros, que “son cosa de poesía y figuraciones muy bellas”, para la vendimia y para el cielo: “Los atardeceres de estos días tan claros de invierno aparecen, en su lividez, como un súbito desmayo de la luz”.
Amapolas y rosas silvestres en
los campos de Zuheros, el 18 de mayo pasado.


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