'El reino ignorado', de David G. Jara

'El reino ignorado' rodeado de hojas de ombligo de venus, género Umbilicus.

Un solo gramo de cicutia, el veneno de la común cicuta, basta para acabar con la vida de 150 ratones. De la toxicidad de esta planta tenía conocimiento por la famosa muerte por envenenamiento del condenado Sócrates. Ahora leo sobre ese veneno en 'El reino ignorado', de David G. Jara, en buena edición de Ariel. Un libro de historias sobre la inteligencia, la adaptación y la belleza de las plantas. La próxima vez que me cruce con un rodal de cicutas, grandes como hombres peligrosos, me detendré para ver quien las muerde, que animalejos se acercan hasta su peligrosa sustancia.
Las montañas y sus bellas flores, Saxifraga reuteriana,
 en la Sierra de Rute. El 9 de junio de 2018
Aunque las plantas, además de su variada alquimia, utilizan muchas más estrategias para defenderse de sus predadores. Se cubren de espinas, se alían con hormigas o se embadurnan arena. Simulan a los ojos de las mariposas estar infestadas de huevos que ya ha puesto otra hembra o imitan piedras para que nadie les hinque el diente. Interesantes historias, con los últimos descubrimientos, bien documentadas y bien contadas por el profesor y biólogo David G. Jara.
El olor de la hierba recién cortada no es otra cosa que el grito ante el daño de la siega. Y no solamente gritan, “las plantas ven estupendamente” a través de sus fotorreceptores, captan una gama de colores más amplia que la que nosotros vemos. Todo es asombroso en las plantas. Para nosotros, discretos y estáticos seres vivos a los que normalmente no prestamos atención. Desde el pequeño musgo anclado al alféizar de la ventana, a las hierbas que crecen en las grietas de la solería de las aceras, a los árboles de nuestras calles. Están ahí, tan cerca, realizando una función que soporta la vida del planeta, que las mantiene y nos mantiene: la fotosíntesis. Esa fabulosa reacción química que atrapa la luz del sol, convirtiendo sus fotones en glucosa. Para ello, la fábrica de alimento que es la planta, también necesita agua y el CO2 del aire.
La polinización, la dispersión de las semillas está llena de bellas historias de descubrimientos científicos. “No es necesario atribuir de modo artificial a las plantas sentimientos o actitudes humanas: ellas, por sí mismas, ya son lo suficientemente admirables y prodigiosas”. Una delicia de tratado de botánica.
Euphrasia salisburgensis ibón de Pinarra 9 agosto 2017,
Pirineo de Huesca.


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