'Wanderlust. Una historia del caminar”, de Rebecca Solnit

He caminado estos días por esta carretera aun no abierta al tráfico.
Una cicatriz de alquitrán donde antes había olivar.

Es un libro político sobre el andar. Una cuestión apenas tratada en otros ensayos, y esta variante identifica especialmente esta obra de Rebecca Solnit: 'Wanderlust. Una historia del caminar', editado por Capitán Swing y traducción de Álvaro Matus.
Wanderlust es una palabra de origen alemán que hace referencia a la pasión por caminar. Este volumen es un extenso tratado, que en su parte final dedica capítulos al paseo urbano, a la mutilación del placer de caminar a las mujeres, que lo han tenido vedado. No han podido ni pueden deambular libremente y solas, se las considera sospechosas, prostitutas o transgresoras. Las mujeres han caminado con miedo a lo largo de la historia. Solnit reflexiona y practica un caminar por ciudades tan artificiosas como Las Vegas. También hace peregrinaciones religiosas, o el caminar artístico de los representantes del landart. El caminar sobre la cinta mecánica en los gimnasios en estos tiempos en que los cuerpos “han abandonado los sitios originales del esfuerzo físico”. Que nos lleva a la gran reflexión que plantea en no pocas de sus páginas sobre el abandono del caminar por falta de espacio y de tiempo. Y así la escritora persigue a asociaciones y sindicatos que reivindican caminos, viejas sendas de derecho público. Porque el amor por el mundo se puede demostrar a pie. Bien caminando por las calles de pequeñas tiendas y librerías, de apetecibles bares, y por supuesto ante la perspectiva de los páramos y campos, o emboscados y hacia arriba, hacia las cumbres.
Senderistas en los Pirineos
en agosto de 2019.

Los capítulos iniciales muestran “al individuo pequeño y solitario en un mundo inmenso, dependiente de la fuerza de su cuerpo y voluntad” que se aventura por el mundo mostrando la esencia del ser humano. Especialmente me han encantado las muchas páginas dedicadas a los hermanos Wordsworth, con los diarios de Dorothy y los poemas de William. Ambos nos condujeron a caminar más allá del jardín, “no era un modo de viaje sino de ser”. Caminar era poesía, naturaleza y vagabundeo:
Alegre de haber caminado junto a la naturaleza
no habiendo tenido contacto temprano
con la fealdad de la vida hacinada...

Rebacca Solnit ha escrito casi una enciclopedia y ha abordado el caminar desde enfoques nuevos, a veces alejados de “esos caminantes que se ajustan a la tradición europea de ir de postal en postal”. Su libro ya engrosa el estante dedicado a este ejercicio tan humano, modesto y fantástico como es caminar.

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