Media docena de orquídeas


La belleza ocupa un espacio, el de la primavera; y procuro dedicarle un tiempo, un paseo, un pedaleo. Las orquídeas mediterráneas se apoyan en las reservas de sus bulbos para florecer al mismo tiempo que los amores tempranos de las abejas silvestres. Las busco entre las jaras y las piedras calizas en esta temporada extremadamente seca. Encuentro media docena de especies de pequeña talla, a excepción de la robertiana que eleva su piña floral a más de 40 centímetros.

Antes Barlia robertiana, ahora Himantoglossum robertianum. En mis libros de botánica estos tesoros han ido cambiando de género, lo mismo que Anacamptis collina, antes Orchis collina. Los estudios han ido determinando y nombrando en latín sus géneros y especies, llenándose de poesía con sus nomenclaturas. Me gusta ojear las láminas, los dibujos científicos a plumilla, estudiar los textos sobre sus hábitats y distribución. Es un tiempo gozoso, mi mente se explaya.








 

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