'La muerte de Adonais', de Fernando Valverde

Leyendo con Sierra nevada al fondo.

“Que he de morir como águila enferma cara al cielo”, (John Keats). Puede que murieran como todos lo haremos: en la equivocación. Pero acertaron en sus destinos que los abandonó pronto y jóvenes. “Somos las tontas víctimas del tiempo y del terror/ los días nos asaltan furtivos, y furtivos se nos van”, (lord Byron),

En 'La muerte de Adonais', Fernando Valverde, editorial Planeta, escribe sobre los últimos años de estos poetas románticos ingleses, que prefirieron Italia y Grecia para su último canto relumbrante de ese destino furtivo, de ese terror que también a cualquiera nos aguarda. Pero casi sin aliento, siguieron escribiendo y viviendo románticamente.

Keats para morir casi en la indigencia en un cuarto alquilado junto a la plaza de España de Roma. La consunción vino a por él. Shelley después, ahogado en la tormenta frente a la costa de Viareggio y Byron apoyando a los griegos del dominio turco. ”Espíritus que moran en carne: aves, cuadrúpedos,/ gusanos, peces: hojas vivientes y capullos;/ rayo y viento, rebaños indómitos de niebla/ y meteoros que agitan la soledad del aire...” (Percy B. Shelley). Estos versos, extraídos de la recopilación 'Poetas románticos ingleses', también en Planeta. Y ya parece invierno y cálido el libro 'La muerte de Adonais'.





 

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