El vuelo de la mariposa arlequín


 Dejo de pensar en cuanto se impone el rumor cristalino del agua del arroyo de La Losilla. En cuanto la belleza rutilante del pradito de caléndulas (Calendula arvensis) y el de la fragante manzanilla de invierno (Chamaemelum fuscatum), se convierten en la presencia señalada por el sol. Dejo de pensar al coronar el puerto hacia el pico Abrevia, para abandonarme a la realidad primaria de las calizas serranas o las limadas por el agua del arroyo. Dejo de pensar y me abandono al vuelo de la mariposa arlequín. Ortega nos recuerda que pensar es encontrarse con uno mismo, y yo dejo que los pensamientos se vayan con las florecillas del prado, a las rocas, al murmullo del agua, que vuelen con la mariposa. Febrero nos ha regalado cien litros de lluvia y es de agradecer.






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