Unos 100 litros de lluvia

“A menudo, durante esos pocos días, el silencio de la naturaleza me precipitó en el espanto o en la alegría. Es más, en esos prados, esos bosques, donde no encontraba rastros de los hombres, creí tocar esa realidad suprahumana a la cual aspiraba”. Pasa unos días en el campo la joven filósofa Simone de Beauvoir, ha cumplido los veinte años y su cultura, sus lecturas, su pensamiento, como el de todos nosotros, dibuja la realidad que habitamos.

Volví a París convencida de que había vivido experiencias místicas e intenté renovarlas. Había leído a san Juan de la Cruz: -Para ir adonde no sabes, hay que ir por donde no sabes-”. Simone ha estado unos días en Solesmes, en la región del Loira: campestre, de pequeñas granjas, pastos y bosquetes. Todos podríamos estar cerca de un sitio así. Pero en la filósofa queda grabado y 30 años después lo escribe en su libro 'Memorias de una joven formal'. Son los ojos y las ganas de experimentar las llaves del universo.


Ha llovido y ha transformado el paisaje. He paseado con el libro por algunos lugares cercanos, como Tajo Cortado, en el embalse de Iznájar o las fuentes perdidas de la Subbética, revitalizadas por el agua caída, unos 100 litros, en la última semana de marzo.







 

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