El pequeño rincón de Fuente Las Jarcas
Me detengo un
buen rato en la fuente de Las Jarcas. Con su lavadero y abajo su abrevadero, su
pequeño aparcamiento, limitado por una baranda de troncos. Junto al camino que
va desde Los Pelaos a la carretera de Gaena y la sierra de la Camorra. Un rincón cuidado, de
hierba fresca, que el Ayuntamiento de Cabra
o la consejería de Medio Ambiente siega en verano, antes de que se
convierta en maleza. El lugar se mantiene limpio, y ofrece tres merenderos,
sombreados por higueras, ahora desohajadas. También hay media docena de
arbolitos, desnudos, creo que alguno es un fresno. Hay un par de hediondos,
curiosos arbustos que es en verano cuando pierden las hojas, ¡cuidado, son
venenosos!
Pero en esta
tibia mañana, que despertó bastante fría, los que destacan son los majuelos,
tres, con sus frutitos, como manzanitas de profundo rojo. En los momentos de
tranquilidad, cuando ningún vehículo o grupo de ciclistas pasa por el camino,
merodean por el lugar un grupo de pajarillos que chistan desde las ramas, o
desde los bancos de los merenderos o de las fuentes. Con envidiable vitalidad
exploran el terreno y lo observan todo. Ellos, pinzones y diminutos
mosquiteros, son, junto con el agua, los que hacen inmortal el lugar.
Este manantial,
que habrá abastecido a antiguas poblaciones iberas, y aun otras de la edad del
bronce. Es lo que se explica en un cartel divulgativo. Al lado hay otro, hecho
a mano: “En la naturaleza el único animal que ensucia es el hombre… así que
compórtate como un animal salvaje”. Así que es una lección de civismo mantener
este lugar limpio y cuidado, también reivindicar cada centímetro público y
celebrar rincones como este, donde leer y disfrutar al sol de diciembre, este
último sábado del año.
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