‘El muchacho silvestre’, de Paolo Cognetti

Panorámica del Valle Real y Pietramula, Pirineo de Huesca.

El tren se perdió de vista y Nick se sentó en la mochila. Había casas, pero todo estaba deshabitado, se asomó al puente, y abajo en el río vio las truchas, llevaba mucho tiempo sin verlas. Pasó un martín pescador. Son las primeras páginas del cuento 'El río de los dos corazones', de Hemingway. Esta sensación de alejamiento y libertad me ha acompañado siempre con este relato, desde que lo leí hace más de veinte años, no recuerdo mucho más, bueno, fríe unas truchas, monta una tienda de campaña y... ¡contra!, aparece una mención en el bello libro 'El muchacho silvestre' de Paolo Cognetti.

Acabo de terminar este pequeño volumen editado por Minúscula, con traducción de Miquel Izquierdo. Hay grandes obras que son imprescindibles, y hay pequeñas obras que también lo son. Cognetti escribe de lo que me gusta en esta obra biográfica: de las cosas sencillas que ocurren en la montaña. “Tenía algo de dinero ahorrado, lo necesario para vivir unos meses sin trabajar. Busqué una casa que estuviera lejos de los centros habitados y a la mayor altitud posible”. Se marcha a una pequeña baita, casa de montaña, en los Alpes italianos. Cocina, lee, conoce a un par de amigos en estas alturas, a los pastores durante el verano. Estudia los árboles, el abeto rojo, el pino silvestre, el alerce: “Descubrí al más valiente de los árboles a 2.500 metros, un arbusto de pino suizo en un ínfimo saledizo...”

Rememora al Nick Adams de Hemingway acampado a la orilla del río, por ese placer de “los gestos simples”. Lee Walden, de Thoeau, Elisée Reclus, Primo Levi. Las verdaderas excursiones entre los lagos de montaña, los bosques y los senderos que marcan los animales, no se manifiestan “en la cruz de la cumbre”, sino perdidos entre las peñas, “al mirarnos a los ojos con las cabras”. Cognetti intercala poemas de Antonia Pozzi: Yo estuve en el alto día que vive// más allá de los abetos,// caminé por campos y montes// de luz. Un libro bello que me ha hecho feliz como cuando paseo por nuestro Pirineo sublime.

Picos del Pirineo francés, sobre Saint Lary Soulan.

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