Parece un otoño de setas

Astraeus hygrometricus, Sierra de Luque, 21 de octubre de 2018.

Se presenta un buen otoño por el sur si mediado octubre uno camina con barro en las suelas. Esta temporada han caído ya más de ochenta litros de agua en esta parte de la Subbética cordobesa. Este domingo caminando con Marimar por los alrededores de la cueva de Los Murciélagos, por las sierras de Zuheros y Luque, entre calizas donde reviven los líquenes, verdean con vigor los musgos y aparecen con fuerza los primeros brotes de hierba. En el paseo están presentes varias flores típicas del otoño mediterráneo como Colchicum lusitanum, Crocus serotinus y Scilla autumnales, son plantas resistentes a los otoños secos, donde las reservas que guardan sus bulbos les permiten también florecer y dar color a estos pastos otras veces secos y siempre pedregosos.
Panaeolus, Sierra de Luque, 21 de octubre de 2018.

Pero este año no, las lluvias han intervenido favoreciendo el ciclo eterno de renovación y maduración tras el verano. Hoy los escarabajos peloteros, esas joyas azabache, son abundantes durante toda la caminata. Aparecen en otoño y en primavera, para realizar esa labor de abonado de la tierra, enterrando las cagarrutas de cabra y oveja, materia con las que alimentan a sus orugas. Siempre entierran más estiércol del que necesitan, favoreciendo al pasto que engordará a su vez al ganado que gratificará a estos escarabajos con más excrementos. De nuevo un ciclo equilibrado en torno al estiércol, que es en sí mismo un círculo de lo vivo.
Leocarpus fragilis, Sierra de Luque.

Pero hoy me detengo en las primeras setas y hongos, la expresión visual y aérea de unos micelios subterráneos que las lluvias, en un suelo aun cálido, han activado para salir en forma de estrellas terrestres, Astraeus hygrometricus, o dentro de una ramita minúscula y empapada, en la que ha encontrado la belleza en su fructificación el Leocarpus fragilis. Pero volvamos a las boñigas empapadas, esa materia vegetal digerida y excretada es muy interesante, de ella surge un ramillete de pequeñas setas del género alucinógeno Panaeolus, no sé qué cantidad tendrán de psilocina y psilocibina, sustancias que son potentes psicotrópicos, que cambian nuestras visiones y personalidad. No lo sé, la visión de las setas ya me produce un efecto eufórico, igual que la lluvia que cae estos días. El año pasado, durante septiembre y la primera quincena de octubre no llovió nada.
Por las sierra de Luque y Zuheros, Subbética cordobesa.


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