Anticiclón de invierno

Los azules del invierno inundan el horizonte, donde se distingue la Peña de los Enamorados, con perfil de indio acostado.

Una sucesión de días claros, como ahora pasa con la influencia de los anticiclones del invierno, se convierte en horas y horas de aplastante claridad y definición. Días radiantes y despejados, que aplanan la existencia, de no ser porque estamos en enero y el sol rasante deja el alivio de las largas y contundentes sombras. La realidad se reduce en estos días despejados y rutilantes. Una realidad angulosa y fría. Una sucesión de días desbordantes de luz por el anticiclón de Las Azores y ahora el polar que nos dejará helados.

Busco las nieblas si la mañana las regala, aunque siempre es brevemente porque rápidamente dan paso al sol claro de este enero que volverá a estar mañana y pasado mañana. Busco los atardeceres, cuando se pierde tras los definidos cerros la estrella solar para dejar la noche transparente de vibrantes estrellas y de frío y escarcha cósmica. Es el aliento liviano y finísimo del invierno.
Azul de enero y chovas piquirrojas.


Los días cortos y las largas noches nos dejan la esperanza de los amaneceres y la cumplida caída de la tarde. Esos momentos que aun disfruto con efervescente ilusión, cuando descalzo busco la ropa, alzo la persiana para contemplar la tímida línea naranja que se abre en el azul profundo de la noche o unas horas después para pasar al descanso vespertino, cuando vuelve todo a imaginarse y agrandarse.

El aire polar penetra por las comisuras de la ropa, por la trama de los tejidos mismos, que se suma a la asombrosa luz de enero, que nos convierte en ingrávidos, como si flotáramos en mitad de la nada de un océano azul por todas partes. Me miro las manos, más blancas, más secas, más ateridas. El cielo azul impoluto tiñendo de azul las lomas, las sierras, el horizonte. Cuando todo es luz de enero no caben más cosas en el mediterráneo.
Desde casa, amanece esta semana en el cercano pico del Bermejo.

Comentarios

Entradas populares