Afuera con gratitud

Río Cinca (Zinca) en la gorga del Km. 63 el 5 de agosto.

 Después del confinamiento, del bombardeo mediático por la enfermedad y de saber que nada va a cambiar rápidamente, después del cansancio de estos meses buscamos como en otros veranos un rincón tranquilo. Ya hemos ido otros años, pero esta vez me ha parecido una delicia, una renovación, como una desinfección mental, quitándome de encima demasiados juicios acumulados en estos meses.

Bajo la perogrullada de que para sentir la vida necesitamos vivencias, nos dirigimos a un lugar solitario y bello, para estar entre nosotros y ahí afuera, distanciados de este abrumador mundo de información y opiniones, de directrices económicas y sanitarias y cercanos a la naturaleza susurrante. Así que buscamos pozas en los ríos del Pirineo. A pesar de discurrir por lugares protegidos, nadie te impide la experiencia más fría, limpia y transparente. El goce de meterte en esas aguas, por lo que estoy agradecido a esas montañas y sus habitantes por mantener estos recónditos lugares tan puros y sanos.

Alicia en el Cinqueta (Zinqueta) el 8 de agosto. Valle de Chistau.

Un día buscamos unos rápidos del Cinqueta. Corrientes de aguas blancas y espumosas, descendiendo con brío entre grandes rocas lisas con un estruendo vital. Al avanzar la tarde la transparencia de esas aguas va cambiando y entonces te sumerges y notas el frío creciente de sus profundidades y sales a la superficie con un grito de alegría. También escogimos un tramo del Cinca entre grandes rocas, donde después de una hermosa cascada nos esperaba un gran salto encajonado entre paredes calizas. Un impacto tonificador, entrando en el agua como si fuera el bautismo de un rayo. Y entre la presión de las aguas las burbujas de aire cosquilleándote la piel, intenso gozo concentrado en un instante de presente que vuelves a repetir aunque atemorizado por la altura del salto a realizar. Otro día elegimos un tramo tranquilo del Cinca (no he visto un nacimiento más épico que el de este río), donde como escribe Roger Daekin, en sus ' Diarios del agua': “La mente y el cuerpo se sumen juntos en un gozo puro y natural, y los largos parecen nadarse solos. La sangre canta, el agua cede; entras en un estado de gracia, que con cada brazada es más profundo y gratificante”. Nos sumergimos una y otra vez en la magia de estos ríos que siguen estando ahí, pero cuya corriente fluye constantemente alejándose para siempre de nosotros.

Cinca en la poza de Salinas de Sin, el 9 de agosto.



Comentarios

Entradas populares