Azul añil

Espléndida mata de la rara Glandora nitida.

Un día fresco y con nieblas convierte algunos rincones de las faldas de la Horconera en un jardín de un verdor hipnótico. Las hojas nuevas de los almendros y los nogales y el caño de la deteriorada fuente de Vichira murmuran al caminante, a las puertas de cañones y barrancos que se adentran en estas ásperas sierras.

Por el macizo de la Horconera.

Aunque marcho solo, para ver una planta muy escasa y bellísima, propia de las elevaciones calizas del sur, al poco me uno a un grupo de amigos que suben al Bermejo. Compartimos trochas mientras el sol va despejando la mañana. Enlazamos y ascendemos por veredas de ovejas y busco entre los pináculos rocosos el destello azul añil del arbusto que hace cinco años encontré en esta misma ladera. Cuando iba a dar por perdida la búsqueda en el laberinto de peñascos doy por fin con la mata de Glandora nitida o Lithodora nitida, brillando con su azul intenso, tan típico en las especies pertenecientes a la familia de las borrajas.

Después de admirarla un rato, continuamos con la caminata hasta el pico del Bermejo, a 1.474 metros de altitud, comprobando una vez más que lo abrupto y salvaje guarda brillantes y secretas flores capaces de transformar las más duras sendas de la vida.

 

Este piorno azul en la cima del Bermejo.

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