Torcal de Antequera


Cuando llueve me gusta visitar catedrales. Sus piedras se transforman por efecto del agua que resbala por ellas. Así, como anunciaron tormentas, decidimos unos amigos recorrer el Torcal de Antequera. Con el sendero resbaladizo y la constante de lluvia, el recorrido de dos horas quedó enteramente para nosotros.


Sobre las calizas embebidas destacaban espléndidas las plantas rupícolas, esas plantas adaptadas a vivir como escaladores, colgadas siempre de una secreta fisura de las rocas. Algunas plantas son únicas en este entorno, como las Saxifraga biternata, tan lozanas en esta húmeda jornada.


La Linaria verticilata subsp. Anticaria, por aquello de Antequera, también es propia de estos territorios que el tiempo, el agua y el viento han hecho mágicos. Aun no están totalmente abiertas pero sus primeras flores ya muestran el bello dibujo violeta de sus venas y garganta.

Los altos pináculos labrados por el mal tiempo, se vuelven hoy tan amenazantes como los nubarrones que en continuas oleadas se acercan a estas montañas desde el sur, desde el mar. Las nieblas nos han metido en este universo, en esta cápsula del tiempo.






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