Ratoneros

Busardo ratonero, Buteo buteo, sobrevuela el Valle de los Fósiles, este 15 de enero.

Los ratoneros han levantado el vuelo al tiempo que las nieblas calentadas por el Sol del invierno se han ido disipando. En sus giros, la pareja de ratoneros ahí en lo alto reclaman, parecen decir: ¡tengo hambre! ¿O puede que chillen de amor?. También ha cantado a lo lejos un gallo y ha pasado una pareja de cuervos. Pero el ruido enloquecido de la maquinaria de los olivareros, esas pequeños motores de mano que utilizan para recolectar las aceitunas, inunda todo el valle. Es el ajetreo de la cosecha.

Sé que los ratoneros se posan en estos viejos almendros medio secos, medio muertos. De algunas puntas, pocas, se han abierto un puñado de flores. “La clave del buen vivir no reside en el consumo de objetos, sino al contrario, única y exclusivamente en el cultivo de las relaciones, no solo las interhumanas, sino también las relaciones cósmicas, aquellas que un organismo establece con su medio ambiente como entidad viva”, escribe Paul B. Preciado, en Dysphoria mundi, el libro sobre el todo, el cuerpo, el género, el capitalismo, la ecología; y que llevo en la mochila.





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