Las flechas del arcoiris



Una docena de flechas que parecen disparadas por el mismísimo arcoíris han sobrevolado un rato los parterres naturales de viboreras, ojos de los sembrados y matagallos. Un escuadrón en busca de comida, de los insectos que acuden a estas laderas floridas del Valle de los Fósiles. Unidos, vuelan los abejarucos gracias a sus aflautados cantos, nerviosos y recurrentes. Algunos ejemplares han descansado un momento en las ramas secas de un ennegrecido almendro. Y el arcoíris se ha mostrado con todas sus plumas.

Es un posadero que también ha utilizado un alcaudón común. La tarde sigue cayendo cuando una pareja de culebreras han proclamado su reinado sobre estos montes y sus cielos. Separadas por más de un kilómetro, su vuelo al unísono parecía un baile vespertino, esperando la cena en su pedregoso terreno de campeo. ¿Qué escrutará desde las altura el ojo infalible del águila?










 

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