Todo se desmorona

Viejos cortijos en la Horconera.
Heráclito comparó la creación del mundo con el juego de un niño que dedica horas a levantar montones de piedras para luego destruirlas. En el corazón de la Subbética podemos asistir a una clase del filósofo de Éfeso. Nuestras montañas se desmoronan, dejando en sus laderas enormes canchales desprendidos de sus cimas.
Tarabilla común bajo el chaparrón.
Lo veo desde el castillo árabe del Poblado del Algar, también en ruinas. El tiempo es el niño que juega con todo. El quejigo mutilado, el cortijo caído, yo, la decadencia. Y la alegría de que esa decadencia es bella.
Todos somos espectadores del mundo. Me lo recuerda la fina lluvia de hoy, la escasa lluvia, la pequeña orquídea flor de abeja, la tarabilla en el alambre. Ser espectador no es ser protagonista, no es contemplarse. Todo está ahí afuera elevándose y desmoronándose.
Los Pelaos, este 31 de marzo.


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