‘Una breve historia de casi todo’, de Bill Bryson

Por los montes de Valdepeñas de Jaén.

Sábado 23 de febrero. Acabo de ver la primera golondrina del año, en la Subbética. Ha sido en la fuente de las Jarcas. Con unas temperaturas realmente altas, más de 20 grados centígrados. Los verdecillos cantan y se exhiben en vuelo.

Acabo de terminar de leer ‘Una breve historia de casi todo’, de Bill Bryson editado por RBA, con traducción de José Manuel Álvarez Flórez. Viene bien de vez en cuando empaparse de datos. Para la ciencia es imprescindible esa acumulación de datos para deducir, para avanzar. Todo está aquí. En las 567 páginas de mi edición de bolsillo. Desde los primeros instantes del universo hace 13.700 millones de años. Para avanzar por un cosmos donde rigen leyes imposibles, de varias dimensiones.  De un tamaño hacia lo enorme o hacia lo ínfimo que roza en ambos casos lo infinito. “El universo no solo es más raro de lo que suponemos. Es más raro de lo que podemos suponer”.

Helianthemum hirtum 
Sierra de Rute 
16 de marzo 2019. 
Aun así seguimos contando: los astrónomos creen que hay 140.000 millones de galaxias. Son descubrimientos formidables. Y puede que dentro de pocos años, esta cifra cambie a mayor. El tiempo es variable y cambia constantemente. Hasta tiene forma, porque a las tres dimensiones del espacio de largo, ancho y alto se suma una cuarta denominada ‘espaciotiempo’, y así llegamos a los descubrimientos de Einstein donde “la materia es energía esperando suceder”. Estamos no en el borde la ciencia, sino en el borde nuestro cerebro de homínido para el que le es imposible concebir “una dimensión que incluya tres partes de espacio por una de tiempo”.

Y suspendido en el inconmensurable cosmos, nuestro planeta atesora un fenómeno extraordinario y de momento único: la vida. Fuese lo que fuese lo que la impulsó, hace 4.000 millones de años un conjunto de sustancias químicas comenzó a reproducirse. “Somos todos  el resultado de un solo truco genético transmitido de generación en generación”. Y todos los seres desde entonces estamos emparentados. “Las funciones químicas que se presentan en un plátano son fundamentalmente las mismas que se producen en nosotros”.

Una ingeniería atómica que ha llegado hasta nosotros, con nuestro enorme cerebro que consume el 20 por ciento de nuestra energía. Lo que nos convierte, en opinión de Bill Bryson, en “el máximo logro del universo viviente, y a la vez, en su peor pesadilla”. La ciencia me abre al mundo, la necesito para soñar. Termino este texto este 19 de marzo, justo cuando veo llegar los primeros aviones comunes a sus nidos situados al lado del colegio de mi hija. 

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