Deslumbra el nuevo paisaje


Castillo de Otíñar, Sierra Sur de Jaén. Este 1 de noviembre de 2019

Llevo días mirando los accesos desde el puerto de las Coberteras al castillo de Otíñar. Calculando la distancia a realizar con mi bicicleta. Son 13 kilómetros y un fuerte desnivel. Ahora estoy aquí, junto a estas viejas murallas, qué buen gusto tuvieron sus constructores. Para mí es un paisaje nuevo. Y el visto por primera vez deslumbra.
A los paisajes hay que visitarlos repetidas veces para que aporten conocimiento y desentrañen sentimientos. Y esto se debe a que van calando en todo el cuerpo y a la vez nosotros permeando en ellos. Porque los paisajes caminados o pedaleados aportan el conocimiento de lo que se hace despacio. El paisaje se hace conocimiento penetrando en él, a la velocidad de los zapatos y los pedales. No viéndolo a gran velocidad, como si fuera un espejo en el que solo somos nosotros los que nos reflejamos.
En estas sierras de Jaén, este rumor casi seco del minúsculo arroyo en el otoño avanzado es la precisión perfecta de un otoño sin lluvia. Si alguien pasa, su caminar ahoga el tenue rigüelo. Me ocurre que pretender aventar un paisaje llenándolo de palabras es no entenderlo. Pero solo puedo fijar el paisaje con las necesarias palabras. Porque la cámara la uso para refrescar la memoria de ese sitio y rescatar las palabras: Otíñar, Parrizoso, Puerto de las Coberteras, Sierra Monte, pinos petirrojo, arroyo. Y su fina corriente bajo la hierba.
Desde el castillo de Otíñar, la Sierra Sur de Jaén.


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