El otoño en la Horconera
El viento mece las ramas,
mece la lluvia, me mece. La niebla borra la sierra, borra los campos,
me borra. La niebla da un poder a los caminantes que quieren
desaparecer. Porque a cada paso se disuelven en ella.
Hermann Hesse dice en su
libro sobre las estaciones que “es extrañamente estremecedor ver
cómo la niebla separa todo lo que se halla en relación de vecindad,
lo aparentemente inseparable, su manera de envolver todas las formas,
aislarlas hasta que están totalmente solas...”
El frío escarcha las
hojas, entumedece mis dedos pero no me hace retroceder. Camino toda
la mañana por la ladera de la montaña, por un sendero que noviembre
ha transformado, con su viento, su niebla y su frío, y esa fragancia
que desprenden las pequeñas setas que recojo entre la hojarasca. Y
entonces, noto que el otoño llega a mi interior.
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