Juegan los cuervos

Aun se defiende mi bicicleta por los caminos embarrados.

Jadear, mientras pedaleo, ayuda a alejarme de las apariencias del mundo. Eres tú y no ese mundo. Abajo quedan las noticias manoseadas, ahora tan tosidas. Aquí arriba, en este páramo calizo la llovizna intermitente y las nieblas de la mañana parecen que resguardan de todo eso.

Siempre los cuervos
(Corvus corax)
Y entre las nubes un cuervo aparece con la solemnidad de su frac negro y el fagot de su graznido. Siempre el cuervo aquí arriba en esta bella realidad reverdecida. Pero no uno, no dos como siempre vuelan. Hoy diez cuervos juguetones con las nubes grises, ellos negros.

“Sobre los hombros de los poetas anidan también los pájaros...”, escribe María Zambrano. Y sobre estos campos austeros y pedregosos de invierno juegan los cuervos. Vuelvo feliz al oler de nuevo a mejorana y al delicado aroma a tierra mojada de las setas.

Campos altos y solitarios de Mulares y al fondo La Camorra y sus nieblas.


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