Canto V

 

Zarcero común.

En la patria tierra del Puerto del Cerezo sopla un fuerte viento, aunque no es el Euro, ni el Noto, ni el impetuoso Céfiro ni siquiera el Bóreas. Los vientos que Poseidón mandó contra Odiseo para que naufragara. No, sopla un viento caliente que no tiene nombre, la calor lo ha revuelto todo en este valle, que por momentos se ve atemorizado por los torbellinos. Y Odiseo se refugia de la tempestad en una isla, bajo unos acebuches y unos olivos. Yo me mantengo bajo la encina, refugio de la vista y del sol, observando desde lejos el nido de buitres, pero deseo ver al águila real.

En la subida la última agua del arroyo convoca en el pequeño vado a los pájaros. Una pareja de zarceros comunes (Hippolais polyglotta) caza los insectos que también viven en esta montaña de calor, donde un verdón (Carduelis chloris) sacia su sed. Ahora los cantiles que observo están a la sombra, el gran nido de buitres apenas si tiene algún movimiento. La calor aplasta a media mañana, y me marcho. La real no ha aparecido, pero otras alas me alivian, son las de la pandora (Argynnis pandora) que revolotea entre mis piernas.






Mariposa pandora

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